Cuando Leonard era niño, los antisemitas se metían con él. Sus padres, que nunca se ponían de su parte y le echaban la culpa de todo, tomaban el bando de los antisemitas. Le castigaban encerrándole en un armario y cuando se enfadaban de verdad, se encerraban también con él. En el lecho de muerte, Morris Zelig, dice a su hijo que la vida es una pesadilla inútil, dándole un solo consejo: ahorra cortezas de naranja.
Zelig, 1983