Resulta monstruoso cómo la gente dice cosas tan ciertas a espaldas de uno.
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-Si pudiéramos parecer jóvenes e inocentes eternamente.
-¿Cree que querríamos?
-Si nuestras almas fueran feas, sí.
-Da una máscara a un hombre y te dirá la verdad.
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Yo creo en cualquier cosa siempre que sea increíble. (...) Santo Tomás el incrédulo es príncipe de los apóstoles.
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Nadie volverá a hablarme nunca haga lo que haga.
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No sé si las leyes son justas o son injustas. Lo único que sabemos los que estamos en la cárcel es que el muro es fuerte...
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La vida nos engaña con sombras. Le pedimos placer y nos lo da con amargura y decepción a la vez. Y nos encontramos mirando con un triste corazón de piedra los cabellos salpicados de oro que tan frenéticamente habíamos adorado y tan locamente besado.
Stephen Fry en Wilde, 1997