Cruel ironía del destino. Yo que voy a ser un poeta como Baudelaire, o un ingeniero como Edison, tengo que andar por la calle con esta canasta de mierda.
...
¿Y qué lee usted?
...
Pero ¿por qué no fue a un médico, un especialista en nerviosos?
(...)
¡Andate, bestia! ¡Qué hiciste de tu vida, desgraciado!, ¡qué hiciste!
...
La vida giraba alrededor mío como un paisaje en los ojos de un ebrio. De pronto, una idea apareció en mi espíritu. Yo la sentí avanzar en la entraña cálida como un hilo de agua, hasta que me tocó el corazón.
Pablo Cedrón en El juguete rabioso, 1984