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Mementos resígnicos — Lenguaje








El tema es amplio, o mejor: el tema es tema hoy todavía, pero esta entrada se reducirá a lo que dice acerca del mismo Bertrand Russell en su Diccionario del hombre contemporáneo.

Interesa un débil acierto de Russell al destacar la importancia de este fenómeno enfrentándolo al "agnosticismo metafísico", como él le llama. En este se supondría incluso que el lenguaje no sirve para nada, lo que se contrapone al hecho de que haya sido. Una postura agnóstica hacia el lenguaje supondría que nada de lo que se dice puede ser dicho, pero eso también se tiene que decir con el lenguaje. Y si se afirmara que la ciencia es quien lo dice tampoco dicha afirmación es verdadera. El agnosticismo siempre ha sido en todo origen un malestar de cuño existencial y este rasgo no es propio de Russell, lo que tampoco es una virtud. El lenguaje así por más inservible que resulte a la luz de estos tiempos no lo ha sido antes. 
Lo que se llama humanismo también se presta a confusiones y es porque el lenguaje así lo ha permitido. En Russell se advierte un humanismo hacia el lenguaje al suponer que se conocerá una "estructura del mundo" por la "sintaxis". Pero estas críticas son muy pobres porque si hay algo más útil que decir "mundo" eso es decir justamente "sintaxis". Apreciar la ordenación de las proposiciones de diverso género discursivo, ya sea desde la poesía hasta el periodismo, a través de la sintaxis es todo uno de los mundos que se necesita y no ha sido de otra forma antes. 

También Russell sugiere en su diccionario la dicotomía entre pensamiento privado y expresión, localizando al lenguaje en esta última. Al celebrar el lenguaje como herramienta, Russell supone una política antilenguaje contraproducente a combatir.

Descriptos los elementos clave del lenguaje Russell hace la división entre lo que el llama signo como lo sensible y significado a la idea.
Aquí todo se tiende a confundir desde la perspectiva del arte actual en tanto que por lo general en teoría del arte y de la estética se entiende al revés lo que Russell llama signo/símbolo y significado. Ese juego de inversiones hace ver que Russell divide no tanto al signo como al lenguaje o a una palabra o nombre como la dividía Saussure y que hoy día el signo de Saussure sufre una inversión generalizada. El problema de un componente del signo o el nombre (en Russell) siempre se traduce en la idea de qué es antes. ¿Es antes el signo o significante o es antes el significado o la idea? Desde este punto de vista actual lo que Russell refiere como lo sensible que aprehende el lenguaje por el signo o símbolo es el significado o idea. El dato sensible como entiende la tradición positivista estaría fuera de la sensación. Si se observa bien está idea incluso es la idea del deísmo.
En el caso de Saussure, al suponer un signo como una entidad de dos elementos se promueve así que un signo sea aquel fenómeno mental por el cual un signo empieza a vaciar su significado corriente sosteniendo un significante y al mismo tiempo que un significante cambie en razón de un significado.

Por esta inversión idea-significado por signo/símbolo-idea se reformula la noción percepción como algo más fijo que la sensación y a ésta como algo que, aunque de forma muy minúscula, produce una dislocación de la percepción misma.



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