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Mementos del cine (CCXXVI)


(...) Los incas dependían de corredores conocidos como “chasquis” para llevar mensajes y objetos.

Cuando los aborígenes [americanos] ven el caballo piensan tres cosas: “¿Qué rayos es eso?, “¡Vaya, mira lo que puede hacer!”, “¡Quiero uno!”.


(...) [Entre las 6.600.000 especies terrestres], los insectos son muy pequeños para sernos útiles, y otros son más difíciles de domesticar. Los carnívoros, por ejemplo, son muy costosos de alimentar. Otros, como el elefante, tardan mucho en alcanzar su tamaño adulto. Otros, como la cebra, tienen un comportamiento irritable. Para fines de carga y transporte, un animal debe pesar al menos 45 kilogramos. Eso nos hace descartar casi todo el resto [de los mamíferos] y nos deja con sólo un poco más de una decena de mamíferos terrestres herbívoros de gran tamaño. De ese grupo, sólo el caballo tiene la combinación perfecta de fuerza, temperamento y —lo más importante— velocidad.


La domesticación del caballo fue una revolución energética. Un caballo genera 9 o 10 veces más vatios que el ser humano. Si en vez de llevar la carga uno mismo se puede hacer que el caballo la lleve, tendremos entonces una bonanza energética.

Una vez que se domestica un animal más habilidoso que el hombre, el juego cambia por completo.


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