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Entradas

Mementos del cine (LXXXIV)

Harold Pinter en La última cinta de Krapp , 2006

Joe Satriani — Midnight

by chascar Ir a descargar En  Surfing with the Alien , 1987

Mementos del cine (LXXXIII)

La Onda es tu destino, man... es una ola que nadie detiene... (...) no no, es algo más complicado que eso, es algo pesado ¿entiendes? A toda madre: todo está perfecto. Es como el amor de tu madre... y un desmadre es como no tener madre. Es absolutamente odio, destrucción completa. En otras palabras: lo ganas todo o lo pierdes.  Sangre por Sangre , 1993

Mementos del cine (LXXXII)

Una madre y una hija. Qué absurda combinación de... sentimientos. Confusión y destrucción. No lo intentaré nunca. Todo es posible y todo se hace en nombre del amor, y por el amor. Los pecados de la madre ha de pagarlos la hija. Las frustraciones de la madre pasaran a la hija. Las desilusiones de la madre las sufrirá la hija. Es como si jamás se hubiera cortado el cordón umbilical... Mamá... ¿es así?... ¿es la desgracia de la hija el triunfo de la madre?... Mamá, es mi dolor... tu alegría secreta. Liv Ullmann e Ingrid Bergman en Sonata de Otoño , 1978 

Mementos del cine (LXXXI)

Los traidores a su propio país. Dante enfurecido al ver al traidor Abbati, corta un mechón de pelo de su cabeza.  Cavalcanti pide a Dante noticias de su hijo. Dante le dice que todavía vive. El Infierno , 1911

Mementos del cine (LXXX)

Resulta monstruoso cómo la gente dice cosas tan ciertas a espaldas de uno.  [...] -Si pudiéramos parecer jóvenes e inocentes eternamente. -¿Cree que querríamos? -Si nuestras almas fueran feas, sí. -Da una máscara a un hombre y te dirá la verdad. [...]  Yo creo en cualquier cosa siempre que sea increíble. (...) Santo Tomás el incrédulo es príncipe de los apóstoles.  [...]  Nadie volverá a hablarme nunca haga lo que haga. [...] No sé si las leyes son justas o son injustas. Lo único que sabemos los que estamos en la cárcel es que el muro es fuerte... [...] La vida nos engaña con sombras. Le pedimos placer y nos lo da con amargura y decepción a la vez. Y nos encontramos mirando con un triste corazón de piedra los cabellos salpicados de oro que tan frenéticamente habíamos adorado y tan locamente besado.  Stephen Fry en Wilde , 1997

Mementos del cine (LXXIX)

El miedo es neurótico, el pavor es psicótico. El miedo se sitúa en el terreno de lo racionalmente comprensible; el pavor se extiende más allá hasta lo intelectualmente inalcanzable. (...) Impotentes ante este pavor aniquilador, recurrimos a los fármacos, especialmente a los antipsicóticos de los cuales el Prozac es el más conocido actualmente (...) Pero contra lo que el pavor no funciona, lo que es una tontería como respuesta a esa nada, a ese profundo vacío interior, son las palabras. (...) son las palabras con su insignificancia cacofónica repentina, las palabras con la misma multiplicidad de las voces que atormentan la mente, las voces que no se callan jamás, las que caracterizan claramente todas las formas de locura. El hecho de que esas palabras no sean más que sentido, el hecho de que no sean más que sonidos que nos atormentan hacen que la condición de pavor sea aún más imposible de soportar. Lo cual nos lleva a Ludwig Wittgenstein, el filósofo austríaco que leeremos después...