Nada ha superado el éxtasis de aquel primer despertar. Me sentía como Adán, con el sabor ardiente de la manzana en la boca. Miraba toda la belleza del mundo encarnada en una sola forma de mujer. Y de pronto supe, con una certeza súbita y cegadora, que había encontrado lo que buscaba.
Peter Coyote en Luna de Hiel, 1992